jueves, 5 de abril de 2012

On jueves, abril 05, 2012 by Ortega. in , ,     1 comment
Las mujeres se dejan seducir por los accesorios tales como: ropa, joyas,  maquillaje y los artículos para el hogar, que cambian sin necesidad,  pero ambos son propensos a la misma enfermedad.

Pero los hombres tienden a comprar muchos artículos como computadoras, cámaras, herramientas, ropa, tenis,  borras, aparatos electrónicos y cosas innecesarias.

Las compradoras compulsivas son aquellas mujeres que por lo general no pueden manejar el impulso de comprar aquellos objetos que ven, sin saber siquiera si llegarán a utilizarlos o verdaderamente les hace falta, sintiendo una gran excitación casi parecida a la de un orgasmo al momento de realizar una compra.
A todas las mujeres nos gusta comprarnos ropa, accesorios y renovar nuestro armario cada temporada. Cuando vemos algo y nos gusta no titubeamos para comprarlo, sin importar cuanto nos costara. 

Unas tienen pasión por los zapatos, ya sean zapatos de tacón, sandalias, botas o botines, otras por accesorios para el pelo tales como turbantes, sombreros o diademas y, por supuesto, por los bolsos, ese gran territorio privado de cada mujer. 

En general la persona afectada tiene urgencia irresistible por comprar y al hacerlo logra un alivio temporal de tensión, pero al poco tiempo aparecen sentimientos de culpa, ira y tristeza. 

También hay que hacer hueco en nuestro armario para accesorios de temporada como guantes, fulares y bufandas para el frío y para bikinis y gafas de sol, los cómplices del calor del verano.

El adagio popular afirma que para las penas de amor no hay mejor remedio que salir de compras y eso lo saben y lo practican muy bien todas las mujeres del mundo.

El placer momentáneo de adquirir algo actúa como un calmante, como una droga que hace olvidar una crisis, pero como toda droga va creando una adicción que termina por convertir al indefenso consumidor en una presa fácil de los vendedores.

Para los especialistas el comprador compulsivo es un adicto y como tal merece ser tratado y en los casos extremos se recomiendan un tratamiento psicológico, antes de que termine en bancarrota o lleve a su familia a la quiebra, porque la enfermedad va creciendo en valor  a medida que su pena crece en tamaño, pero lo más execrable es que compran y compran sin medir las consecuencias.


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